Tal vez con cierto retraso sobre la situación de otros países, aparece en España con potencia el tema del rejuvenecimiento vulvo-vaginal.
Las mujeres han conseguido amplias esferas de libertad y de decisión, por fortuna para todos, mujeres y hombres, y demandan atención a su anatomía y a su fisiología en la esfera de los órganos genitales y la sexualidad. Debemos saludar con satisfacción esta situación.
El rejuvenecimiento genital engloba dos facetas diferenciadas, a la vez que complementarias:
1) La cirugía estética y funcional de vulva y vagina.
2) Los tratamientos de la atrofia genital.
Láser, especialmente, radiofrecuencia o blanqueamiento en zonas externas genitales de la mujer, se han convertido en una demanda creciente de las mujeres en nuestro país. Por razones de dificultades sexuales o por el simple hecho de su satisfacción con su imagen. No hay un patrón único; tan sólo aquel en el que cada mujer se sienta cómoda y satisfecha.
La cirugía vulvo-vaginal ha hecho su irrupción en nuestro país, como lo hizo la cirugía estética de las mamas, y el camino es incuestionable. Se trata de respeto a la decisión y a la satisfacción de cada mujer individualmente.
Respecto a la atrofia vulvo-vaginal, casi siempre asociamos este tipo de consultas con la menopausia, y, efectivamente, es el momento de la vida de la mujer dónde es más frecuente, pero no exclusivo. En cualquier etapa de la vida femenina puede aparecer este trastorno y/o la sintomatología que habitualmente lo acompaña (embarazo y puerperio, deporte, ropa ajustada, depilación,…).
Las manifestaciones clínicas más frecuentes de la sequedad vaginal son la disminución de la lubricación y la aparición de síntomas que se refieren como ardor, escozor, picor e incluso dolor en vulva y/o vagina.
Todo este abanico de síntomas conlleva sensación de malestar y una continua búsqueda de soluciones con visitas médicas continuadas y tratamientos que a veces no solucionan el problema sino que lo perpetúan en el tiempo dando lugar a reacciones de ansiedad, rechazo a las relaciones sexuales e incluso a problemas en la relación de pareja.
La atrofia vaginal es uno de los determinantes más importantes de la función sexual y de la salud urogenital, con un impacto significativo en la calidad de vida. Sus manifestaciones y su repercusión puede convertirse en un importante elemento de estrés para las mujeres que la experimentan y padecen y originar trastornos de índole depresiva.
Los tratamientos farmacológicos van a tener dos finalidades, restaurar la fisiología del epitelio genital y aliviar los síntomas.
Los tratamientos no hormonales se realizan con productos que habitualmente combinan sustancias protectoras hidratantes y agentes que producen una maduración del epitelio vulvo-vaginal.
Este tipo de tratamiento está indicado sobre todo en mujeres en las que haya que evitar los tratamientos hormonales.
· Lubricantes: otorgan alivio transitorio a los síntomas, a menudo seguido de irritación vaginal.
· Humectantes: facilitan la hidratación.
· Fitoestrógenos: sustancias como las isoflavonas de soja y trébol rosado.
· Otros tratamientos no hormonales:
- Vitaminas: existen estudios que relacionan aumento de lubricación y mejora la calidad del epitelio vaginal con vitamina E.
- Productos con ácido hialurónico, liposomas, extractos de lúpulo y vitamina E están demostrando ser eficaces frente a los síntomas vaginales ya que actúan sinérgicamente hidratando las capas profundas del epitelio y las superficiales (ácido hialurónico), mejorando la lubricación y el epitelio vaginal (vitamina E) o como fitoestrógeno (lúpulo). El ácido hialurónico, principal componente de piel y mucosas, optimiza el balance acuoso de las mismas, forma una película no adherente y permeable, que permite la regeneración de la mucosa vaginal.
- La centella asiática ha demostrado también una acción cicatrizante, regeneradora, reparadora y renovadora de piel y mucosas.
- Factores de crecimiento (epidémico, de acción insulínica, de los fibroblastos o del endotelio vascular): favorecen la regeneración celular, la síntesis de colágeno y el metabolismo de los fibrblastos, consiguiendo mayor densidad dérmica.
- Aceites vegetales esenciales (onagra, mosqueta, argan, semila de uva o soja): ricos en ácido linolénico (omega 3 y 6) y oleico (omega 9) que favorecen permeabilidad y estabilidad de la piel.
- Polisacáridos como el pululano, que aumentan la tersura de la piel.
- Niacinamida para unificar y aclarar la tonalidad de la piel.
Las mujeres solicitan una atención a sus necesidades estéticas y funcionales y a su sexualidad y los médicos, y en especial los ginecólogos, estamos obligados a proporcionársela.