Cuando hablamos de azúcar nos referimos a la sacarosa, comúnmente conocida como azúcar refinada, azúcar de mesa o azúcar blanca.
En la industria alimentaria suele emplearse en infinidad de productos elaborados para mejorar el sabor y la textura, por ejemplo en algunos yogures o postres lácteos, bollería, galletas, cereales de desayuno, salsas, embutidos o pan de molde entre otros.
Es cierto que ese tipo de azúcar refinada no es imprescindible en nuestra alimentación, pero tampoco debemos estigmatizarla, a pesar de lo que en ocasiones se comenta, no es un veneno.
Alimentarse con cabeza es importante y una de las recomendaciones para no excedernos en el consumo de azúcar blanca es reducir al mínimo el consumo de alimentos preparados, es decir, siempre que se pueda, tomar alimentos elaborados por nosotros, además de seguir una dieta diaria con abundancia de frutas, verduras y hortalizas. Por supuesto evitar bebidas azucaradas, como los refrescos, caramelos con azúcar y otros dulces industriales.
Además de influir en nuestra salud general, también puede tener un especial efecto negativo en la salud ginecológica. Recuerda que el exceso de azúcar en la alimentación favorece el crecimiento descontrolado del hongo Cándida.
El azúcar es una fuente de energía importante, que pasa a la sangre rápidamente y nos permite subir la glucemia casi al instante, pero podemos lograr un aporte adecuado a través de alimentos como frutas y verduras, con un contenido en fructosa (comúnmente conocida como azúcar de la fruta) que nos servirá de energía para el día a día además de aportarnos vitaminas y minerales.
Por tanto, cuanto más natural sea nuestra alimentación, mucho mejor para nuestra salud.